Cretido: Correo del Orinoco
Marialcira Matute y Raúl Cazal, afirman que contagió su pasión, su liderazgo, su honestidad y su generosidad contagió a todo un pueblo que quiso acompañarlo en sus reflexiones y aventuras intelectuales Poco después de su partida, un grupo de referencistas de la Biblioteca Nacional (BN) se dieron a la tarea de anotar en una lista los libros que el comandante Chávez mencionó en el Aló Presidente.
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“Las muchachas quedaron exhaustas, abrumadas con la cantidad de referencias a libros, autores, personajes que debían procesar, y ya teníamos la fecha encima”, relata Francisco Ocanto, director del Programa Nacional de Bibliotecas Públicas, y curador de la muestra biográfica que desde el pasado 25 permanece en el vestíbulo de la institución.
Aun así, cuando juntaron sus notas, se dieron cuenta de que la lista eran tan larga, que ocupaba una tira de papel de más de cuatro metros. Si solo pudieron registrar los títulos que mencionó en menos de 100 Aló Presidente, ¿de qué tamaño será la lista completa?
Juan Carlos Linárez, director del Programa de Servicios Técnicos Bibliotecarios de la AN no lo sabe, pero trabajo en la catalogación de la biblioteca personal de Chávez, por eso sabe que los libros que atesoró el comandante pasan de 14 mil. “Y si no todos, la enorme mayoría de ellos están marcados, subrayados, con comentarios. Es impresionante ver que no solo acumuló y conservó tantos libros a lo largo de su vida, sino que los leyó a fondo”.
Esa pasión explica por qué pudo entusiasmar a tanta gente con la lectura en un país donde se ha machacado que “la gente no lee”, y donde la promoción de la lectura ha sido por décadas una tarea fallida: “Solo un verdadero lector puede motivar a otros a leer. Y Chávez, primero que todo, era lector”, Y no un lector pasivo. Fue un lector que entendió la lectura como nos enseñó Simón Rodríguez: como un elemento vital, motivador, que nos hiciera cuestionar todo lo leído, que nos inspirara a escribir, a crear, a leer más”, asevera la periodista Marialcira Matute, alma y voz de La librería Mediática.
“Chávez, Robinsoniano como el que más, nos enseñaba a aprender constantemente de los libros, con un entusiasmo y una honestidad contagiosos, con una libertad inmensa y una curiosidad nunca satisfecha”, acota.
ROMPIÓ MALEFICIO
La situación de la lectura en Venezuela era tan critica, que el primer estudio serio sobre el libro hecho en décadas, se publicó en el año 2001, por incitativa del Centro Nacional del Libro en alianza con la Cámara Venezolana del libro y la Cerlalc. Sin embargo, solo mostraba datos estadísticos sobre el tipo de libros que se editaban en el país y la distribución porcentual de las temáticas. Más de 80% eran libros de texto.
A comienzos de los años 90 se llegó a decir que en 8 de cada diez hogares no había libros, pero nunca eran claras las fuentes ni los datos.
No había idea de cuánto se leía, ni qué se leía. Hasta que el año pasado se realizó el único estudio sobre comportamiento lector en Venezuela, el cual reveló que 50,2% de la población lee libros por su propia elección, y 18% ha leído algún libro obsequiado por el Estado. Chávez rompió el maleficio y liquidó la conseja de que “en Venezuela no se lee”.
INSUPERABLE PROMOTOR
Hace unos años, el periodista Raúl Cazal, para entonces corazón y pulmón de Comala Ediciones, le propuso a un grupo de colegas reconocer públicamente a Hugo Chávez como el principal promotor del libro y la lectura en Venezuela. No encontró apoyo, lo que estaba a la vista era invisible para algunas personas. Pero la vida le dio a su propuesta el aval que no recibió entonces. En 2006, por ejemplo, un libro de Noam Chomsky voló hasta el primer lugar de ventas en Estados Unidos solo porque Chávez lo mencionó en su intervención ante la Organización de las Naciones Unidas.
“En el inicio de su discurso en la ONU de 2006, Chávez recomienda, libro en mano, Hegemonía o supervivencia, de Noam Chomsky, y dijo: ‘Yo creo que los primeros ciudadanos que deben leer este libro son los hermanos y hermanas de Estados Unidos, porque la amenaza la tienen en su propia casa’. Y seguidamente dijo que ‘el diablo está en casa’, en referencia a George W. Bush. Luego ironizó sobre su presencia el día anterior: “Huele a azufre todavía”. La frase quedó para la historia y el libro pasó a ser el primero en ventas en ese país”, recuerda Cazal.